sábado, 16 de enero de 2016

Unos apuntes de historia

La crisis ambiental actual tiene su origen cuando en el Renacimiento y, más tarde, en la Ilustración se alumbró un nuevo modelo de relación entre el hombre y la naturaleza, un modelo puramente antropocéntrico, que apostó por la razón y el progreso como motores de desarrollo bajo la máxima "si algo puede hacerse, hagámoslo", sin consideraciones ecológicas, éticas ni morales. Esta forma de pensar y de entender el mundo que ha ido avanzando hasta nuestros días y no sólo en las sociedades occidentales sino transmitiéndose, en el mejor de los casos, cuando no imponiéndose, sobre otras culturas y pensamientos, ha derivado en una falta de valores en las sociedades actuales donde se prima el individualismo y el enriquecimiento personal frente al éxito colectivo donde no se tiene en cuenta a la Humanidad en su conjunto, la Naturaleza y a todos los seres vivos que la componen como iguales, no únicamente como fuentes de recursos y sumideros de desechos donde el ser humano pueda disponer a su antojo de ellos.

En España, sólo durante el periodo de la LOGSE se consideró de forma expresa el tratamiento pedagógico de determinadas temáticas, entre las que se encuentra la Educación Ambiental, que se vinculaban con diferentes problemáticas sociales y se consideraba entonces la Educación Ambiental como materia transversal que debiera impregnar todas las áreas de conocimiento. Esta transversalidad e interdependencia con el resto de áreas de conocimiento es precisamente una de las señas de identidad de la Educación ambiental y para el Desarrollo Sostenible, como queda recogido en el Libro Blanco de la Educación Ambiental desarrollado por el Ministerio de Medio Ambiente marcándose como objetivo marco "garantizar la presencia real en el marco educativo de un modelo de educación ambiental integrado, global, permanente y enmarcado en la educación en valores".
 
En la LOCE (Ley Orgánica de la Calidad Educativa), no se contempla la transversalidad de materias ni en la educación primaria ni en secundaria, no apareciendo ninguna referencia a la Educación Ambiental. Y continúa en la sombra actualmente en la Comunidad de Madrid, a diferencia de comunidades como Cataluña, Aragón, Euskadi y Andalucía, que incluyen algunos contenidos más explícitos en sus currículos. Sobre su tratamiento en la LOMCE, se comentará en otro post.
 
Por lo tanto, donde la Educación Ambiental y para el Desarrollo Sostenible ha contado con una mayor acogida y más ha ido calando e impregnando ha sido, por contraparte, en la educación no formal, es decir, aquélla que no estando recogida explícitamente en los planes de estudio de centros docentes permite el aprendizaje tanto de niños y adolescentes como de adultos y personas mayores. La educación ambiental, en este ámbito, ha permitido que la población comience a ser consciente de la crisis ambiental que el mundo padece y, en este sentido, puedan contar con herramientas para hacerla frente.
 
La educación, en su concepto más amplio e incluyendo la educación ambiental y para el desarrollo sostenible, de forma concreta, hace más libres a las personas, en palabras de P. Freire, y las conduce a ser ellas mismas. La educación, más allá de los contenidos reglados implica crecimiento, comprensión y desarrollo, genera cultura y conciencia sostenible a través de un acercamiento al entorno, a la utilización responsable de los recursos naturales o a la adecuada gestión de los residuos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario